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La consulta al psicólogo es siempre un reto. Aunque son variadas las razones que la motivan lo que subyace a todas ellas, con frecuencia, es el sufrimiento que los seres cercanos ya no pueden calmar y resulta insostenible en soledad.

Ya sea por rupturas sentimentales, dificultad en la comunicación entre padres e hijos, pérdida de seres queridos, problemas en el trabajo u otros conflictos, los consultantes desean aliviar sus estados de tristeza, depresión, ansiedad, insomnio y bloqueos emocionales que limitan su día a día.

Sin embargo, en ocasiones, sólo buscan orientación ante alguna encrucijada de la vida o manifiestan que necesitan detenerse para comprender el sinsentido de sus vidas.

Desde mi enfoque –Psicología Profunda o Analítica- el objetivo final de la psicoterapia es ‘llegar a ser quien realmente somos’ ya que desde que nacemos son numerosos los condicionantes que nos desvían de nuestro propio guion de vida.

Aceptando el reto que supone una psicoterapia podemos vivirla como una puesta de sol: tras la noche sin lugar a dudas volverá un nuevo amanecer. O como un camino de autoconocimiento que nos conduce a la auténtica libertad.

Conchita Madueño

BIO

Si tuviera que elegir una sola palabra para resumir mi trayectoria profesional diría sencillamente vocación. Ortega y Gasset en su obra Vocación y ética decía que la vocación puede ‘renacer tardíamente por el influjo cordial de la voluntad aplicada con consciente amor al destino’. Como ‘voz interior que nos llama hacia el ejercicio de una profesión’, añadía, ‘su capacidad creadora es infinita’. En mi caso fue así, tardía porque seguí otros caminos profesionales anteriormente, relacionados con el idioma francés, mi segunda lengua materna. La enseñanza y la traducción de dicho idioma incentivaron aún más mi interés por el ser humano al verificar la complejidad de la estructura lingüística y cómo determina en parte la psicología del ser.

En la Uned obtuve el título de Licenciada en Psicología, especialidad clínica, que me capacitó para ejercer legalmente. A ella he de añadir la formación que recibí de colegas instruidos de diversas orientaciones, mi propio análisis personal y posteriormente el didáctico que me ayudaron a ampliar la compresión de mí misma, sensibilizándome más profundamente ante el sufrimiento humano, cualidades imprescindibles para la práctica clínica desde mi punto de vista.

El psicólogo siempre ha de estar presto a crecer emocionalmente así como en conocimiento. Todas las ciencias son motivo de su interés por lo que se convierte en un incansable estudioso y ferviente lector. Por ello, hasta estos últimos años he seguido sumando saberes. En lo que afecta a mi profesión obtuve de la Sociedad Española de Medicina Psicosomática y Psicoterapia (SEMPyP) el Máster en Psicología clínica y Psicoterapia y con la Universidad San Jorge el de Psicoterapia Breve.

Además, ya que considero que el trabajo en equipo estimula y fortalece, soy miembro de la SIDPaJ (Sociedad Internacional de Psicología Analítica Junguiana) así como de FAPyMPE (Federación de Médicos y Psicoterapeutas de España).
Desde la orientación dinámica junguiana el psicoterapeuta ejerce más bien la función de acompañante, evitando situarse en posición directiva ya que pretende que lo inconsciente del analizando construya su camino a medida que va tomando
consciencia de su necesidad. Y aunque el error forma parte de la vida, y de ello la práctica terapéutica no está libre, creo que uniendo interés y esfuerzo por parte de ambos, analista y analizando, el trabajo puede culminar en éxito.

Conchita Madueño

PSICOLOGÍA PROFUNDA

El conjunto de teorías elaboradas por Carl Gustav Jung recibió públicamente el nombre de Psicología Analítica en 1913 para diferenciarlo del Psicoanálisis freudiano. Es igualmente conocida por Psicología de los Complejos, o Psicología Profunda por la importancia que cobraron tanto el inconsciente personal como el colectivo.

Jung vino al mundo en una época de gran dinamismo y cambio en muchas disciplinas gracias a hombres arrojados, tenaces e inteligentes que se atrevieron a romper con lo establecido: inventos y avances en el campo de la ciencia, medicina, tecnología y arte.

Fue un gran científico, un científico descriptivo más que teórico. Lo demostró ampliamente por el abordaje a todo el material que investigaba y estudiaba.

Construía modelos a partir del análisis de los sueños (tanto de sus pacientes como propios), del estudio profundo de los mitos, cuentos populares y de hadas, de sus exhaustivas lecturas sobre arte, religión, historia, antropología, etnología, alquimia y diversas ramas de las ciencias puras como la física y las matemáticas y –no hay que olvidarlo- de sus propias vivencias como hombre y clínico. Su sistema fue fiel al método científico: observación, descripción y construcción de modelos a partir de las hipótesis que fraguaba. Su pensamiento fue profundo, amplio, intuitivo.

La definición que daba de sí mismo fue: “la familia y la profesión continuaron siendo para mí la base a la que siempre podía regresar y que me demostraba que era un hombre corriente que existía realmente”. Esta frase, desde nuestra óptica, sintetiza su modestia y aprecio por los valores que le servían de anclaje, pese a los errores que pudo cometer en su vida. Amante de la naturaleza y de los animales, siempre llevó consigo al hombre bucólico de su Suiza natal.

 

Principales conceptos junguianos

El test de Asociación de Palabras – cien palabras a las que se solicitaba asociaciones, repetidas en dos vueltas y cuyas respuestas eran cronometradas – fue inventado por Jung para demostrar la noción de complejo. Posteriormente dio lugar al polígrafo. En palabras de Jung “complejo” es “la imagen de cierta situación psíquica que tiene un fuerte acento emocional y que además es incompatible con la actitud habitual de la conciencia.” Es necesario para nuestra evolución psíquica, independiente de la voluntad, y su origen está en “un trauma, un shock emocional o algo parecido que provoca una fractura en la psique” dentro del marco del inconsciente personal. Jung opinaba que no era tanto que nosotros tuviésemos complejos sino que ‘ellos nos tenían’.

Posteriormente cayó en la cuenta de que había otras ideas que parecían extenderse a algo más amplio, algo universal y que existía en muchas otras culturas. A esta imagen la llamó arquetipo, pero hemos de reconocer que a veces sus definiciones son confusas ya que fue ampliándolas a medida que investigaba en ellas como es propio del científico. El número de arquetipos es innumerable: la muerte, la vida, Dios, Padre, Madre, Puer, Sénex, la Virgen, Satán, etc. Por su cualidad universal podríamos pensar que se hereda de algún modo, pero Jung dice tácitamente: “no se trata de ideas heredadas, sino de posibilidades de ideas heredadas”. Por ejemplo, si nos estamos refiriendo al arquetipo Madre podríamos referirnos a la madre como Tierra, Iglesia, Patria o la figura mítica Deméter. Cualquiera de estas imágenes trasciende a la madre personal y al mismo tiempo la contienen por la evocación en nosotros de acogimiento, cuidado, nutrición, protección, seguridad.

Como podemos ir deduciendo los arquetipos no son ni buenos ni malos, pero al igual que los complejos son necesarios para el desarrollo de la psique y, en el caso del arquetipo, para facilitar el proceso de individuación que –desde la visión de Jung- se corresponde con los diferentes pasos del proceso alquímico para alcanzar la piedra filosofal o imagen arquetípica de la totalidad. En palabras menos técnicas, para alcanzar una más amplia madurez como individuos.

Por lo tanto el proceso de individuación nos ayuda a diferenciarnos de lo colectivo con el fin de apreciar nuestra unidad indivisible personal, separada de los demás, una totalidad, un Unus Mundus que se produce gracias a la unión de los opuestos y al nacimiento de nuevas posibilidades. Contrario a lo que pueda parecer no es un proceso de aislamiento sino de separarse para saberse único y a la vez perteneciente a lo colectivo.

Sí-Mismo en forma de círculo

Jung denomina al arquetipo que conduce a la totalidad el Sí-Mismo. Incluye tanto lo vivido como lo no vivido o lo que está por vivir. Se expresa en los sueños, mitos o cuentos en forma de héroe, rey, profeta, salvador, o de animal o de algo espectacular como Dios en forma de zarza ante Moisés. También puede aparecer en forma de círculo o cuadrado o de imagen de los opuestos (hermanos hostiles, héroe y su enemigo, Fausto y Mefistófeles, Caín y Abel).

Sí-Mismo en forma de rey

Se le podría llamar también el “Dios dentro de nosotros” porque la experiencia con este arquetipo es de carácter sagrado, místico, propio de las revelaciones religiosas. Su función es diferenciar los aspectos inconscientes para poder luego integrarlos y proseguir el camino hacia la totalidad interna.

Dios Hermes

La sicigia animus/ánima representa tanto un complejo personal como una imagen arquetípica. El animus es un aspecto o ‘sello’ masculino integrado en la mujer que presenta a lo largo de la vida cuatro etapas: el atleta u hombre fuerte, el independiente/emprendedor, la palabra encarnada en el profesor o sacerdote, el guía o psicopompo personificado mitológicamente por la figura de Hermes. El ánima es el aspecto femenino integrado en el hombre y se corresponde a las siguientes cuatro figuras según la etapa de desarrollo: Eva (la madre), Helena (la imagen sexual colectiva), María (lo religioso y duradero) y Sofía (la Sabiduría).

A los aspectos ocultos o inconscientes –bien porque el ego los ha reprimido, bien porque nunca los ha reconocido- tanto positivos como negativos, Jung los llamó sombra.
Reconocer la sombra en nosotros es imprescindible en psicoterapia profunda y aparece en nuestra relación con alguien de nuestro mismo sexo, tanto en la vigilia como en los sueños. Sin este reconocimiento y aceptación permanecemos patológicamente polarizados, estancados en nuestro proceso de desarrollo. Si nos identificamos con su lado negativo caemos en una inflación negativa del yo o en un sentimiento de inferioridad moral.

También podemos quedar identificados con la persona o máscara como “complejo funcional que surge por razones de adaptación o conveniencia personal”. Son ideales de personalidad, rasgos y actitudes con los que nos mostramos al mundo, nos permiten relacionarnos, pero si estamos muy identificados con este aspecto ‘persona’ no vivimos con autenticidad, sino que actuamos en función del deber, de lo socialmente correcto.

 

Bases filosóficas y científicas de la psicología profunda

Carl G, Jung junto a Mircea Eliade

Muchos autores influyeron significativamente en el pensamiento junguiano: filósofos, escritores, pensadores, médicos de diversas especialidades, físicos, matemáticos, místicos, teólogos e historiadores. Hombres – antecesores y coetáneos- que pertenecieron tanto a la cultura occidental como a la oriental. Su carácter abierto y flexible, la seriedad con que desempeñó su profesión, siempre alerta a la ampliación de la consciencia, le permitió citar con humildad sus fuentes como queda reflejado en su obra.

Entre los filósofos y escritores destacaremos Heráclito, Platón, Kant, Hegel, Schopenhauer, Nietzche; el sinólogo, teólogo y misionero Richard Wilhelm; el poeta, dramaturgo y científico Goethe y el filósofo, novelista e historiador de las religiones Mircea Eliade.

G. von Schubert

En el mundo de la medicina citaremos al psiquiatra Pierre Janet, discípulo de Charcot, y muy especialmente a Sigmund Freud a quien Jung admiró profundamente a pesar de sus desencuentros.

Se sintió atraído por la naturaleza, la teología y los temas marginales. No nos extraña pues que la obra de Gotthilf von Schubert, médico, botánico y naturalista alemán llamase su atención ya que además era un estudioso del mundo onírico, la clarividencia y el magnetismo animal.

La ciencia pura tuvo igualmente su influjo en la persona y obra de Jung. Compartió con el matemático Kurt Gödel la idea de que los números van más allá de la lógica y que son arquetipos de la mente. Con el físico y matemático Rudolf Clasius su principio de la entropía, que etimológicamente significa evolución. Este autor sostenía que las transformaciones son posibles a causa de las diferencias de intensidad, idea que Jung trasladó a la personalidad: “Después de las violentas oscilaciones del comienzo, los opuestos se igualan entre sí y se desarrolla, gradualmente una nueva actitud cuya estabilidad final será proporcional a la magnitud de las diferencias iniciales. Mientras mayor sea la tensión entre los pares de opuestos, mayor será la energía que provenga de ellos”.

Carl G. Jung junto a W.E. Pauli

El físico austríaco Wolgfang Ernst Pauli fue alguien relevante en la vida de Jung. Premio Nobel de física en 1945, Pauli mantuvo una interesante correspondencia con Jung y colaboró con él para desarrollar un enfoque de la realidad que englobara lo físico y lo psíquico. Ambos investigadores coincidieron también el concepto de la sincronicidad Como ejemplo de esta noción se suele citar el hecho que relató el actor Anthony Hopkins que antes de comenzar el rodaje de la película La mujer de Petrovka busco la novela en la que se basaba el guión, sin éxito. Estando un día en una estación de metro encuentra ese libro en un banco. Al cabo de dos años, en el rodaje de la película, Hopkins le cuenta al autor del libro (Feifer) lo sucedido. Lo sorprendente es que el escritor había perdido un ejemplar del libro por esas fechas. Comprobado el ejemplar, quedó claro que se trataba de su libro porque el autor había hecho anotaciones de su puño y letra.

Nos es imposible detallar todas y cada de una de las personas que ocuparon un lugar relevante en el desarrollo de su obra, pero confiamos en que esta breve muestra dé fe de la complejidad y profundidad de su pensamiento que no cesó de “perfilar” hasta el final de sus días.

OBJETIVOS EN PSICOTERAPIA JUNGUIANA

A diferencia del psicoanálisis ortodoxo, en psicoterapia analítica las sesiones suelen llevarse a cabo sin diván, frente a frente, aunque puede haber combinaciones. Se puede utilizar el método de asociación de palabras, el análisis de los sueños -en particular las series de sueños que trazan la huella por la que discurre el inconsciente-, la observación y análisis del tipo de imágenes que irrumpen en el analizando en estado de vigilia constituye igualmente un interesante material así como la amplificación a través del simbolismo cultural e histórico (mitos, cuentos).

La relación no es jerárquica sino bidireccional, en una atmósfera de cooperación y confrontación mutua. Jung definía la relación psicoterapéutica como “…. la metáfora de dos cuerpos químicos diferentes que, puestos en contacto, se modifican mutuamente”.

Particularmente a mí me gusta partir, tras varias entrevistas, de la aplicación de algunas pruebas Proyectivas Gráficas y del Test de Rorschach. Las primeras consisten en pedir a la persona que dibuje algo muy concreto y que en torno a esos dibujos relate una historia, y la segunda es otro test proyectivo de psicodiagnóstico, creado por Hermann Rorschach hacia 1920, en el que hay que describir lo que se ve en una serie de diez láminas de manchas. Ambas pruebas facilitan conocer la estructura psíquica y personalidad del consultante aunque el trabajo terapéutico va mucho más allá.

Los objetivos a corto plazo dependen de las necesidades de cada persona y en ocasiones el trabajo consiste en abordar asuntos puntuales en un número de sesiones acordadas. Es lo que se denomina en la actualidad Psicoterapia Breve. Sin embargo, en Psicoterapia de Analítica o Profunda el objetivo último es la integración de todos los elementos de la personalidad que han quedado desgajados del ser.

Se trata de analizar los contenidos psíquicos inconscientes (personales y colectivos), observar nuestras contradicciones y conseguir una integración que dé lugar a lo nuevo y permita alcanzar el desarrollo psíquico que cada cual necesite. Dicho de otro modo ‘hacer alma’ teniendo en cuenta que ésta anhela ante todo alcanzar la totalidad.

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